Tiña



Aunque la infección por Tiña en animales es difícil de diagnosticar a simple vista, es necesario acudir al veterinario cuando se noten pelos rotos o parches escamosos de formas redondeadas (características comunes de la tiña).

La tiña es el nombre con el que se conoce popularmente a la dermatofitosis, enfermedad que afecta más a los gatos que a los perros y que es común en el trópico y en las regiones de clima húmedo. Esta enfermedad se reconoce inicialmente por las calvas redondas que ocasiona sobre ciertas partes del cuerpo del animal.

La dermatofitosis (tiña) afecta más a los felinos domésticos de pelo largo, a los más jóvenes y a los que se encuentran debilitados por otras enfermedades. Cualquier gato puede ser víctima de la tiña, sobre todo los que rondan fuera de casa, ya que están más propensos a entrar en contacto con animales ya infectados.

La dermatofitosis es una enfermedad que se debe tratar a tiempo, ya que puede afectar a los dueños de las mascotas que la sufren. La consulta veterinaria es indispensable, a fin de realizar las pruebas para llegar al diagnóstico certero y tomar las medidas pertinentes en cuanto al tratamiento a seguir. De ser positivos los resultados es recomendable que quienes tengan contacto diario con los animales enfermos de tiña, consulten a su médico acerca de las acciones a tomar.

Calvas escamosas, posible tiña en perros o gatos

El tipo de hongos más frecuente es el Microsporumcanis, responsable del 90% de las infecciones de tiña en gatos, considerados como animales reservorios de esta especie de hongos. Pero otros, como el Trichophytor, que es contagiado por roedores, y el Microsporum, presente en el ambiente y en el suelo, también pueden afectar a los felinos domésticos.
La infección cutánea produce una leve inflamación, que generalmente no ocasiona escozor al animal.

Es uno de los signos de alarma que debe tomar en cuenta el dueño frente a la enfermedad, que no tendrá más remedio que revisar minuciosamente a su mascota a fin de detectar si la lesión es escamosa y tiene la forma redondeada que la caracteriza. En caso positivo no quedará más alternativa que acudir a la consulta del veterinario, el único capacitado para confirmar el diagnóstico.

El especialista utilizará una lámpara ultravioleta -con la que se facilita la observación de fluorescencias de color amarillo-verdosos en la zona afectada, lo que indica que efectivamente se trata de la enfermedad - o examinando a través del microscopio los pelos de las zonas afectadas. Otro método utilizado, que según los especialistas es muy fiable, es el cultivo de los pelos y de las escamas obtenidas en las lesiones que presenta el animal, lo que suele hacerse en las mismas clínicas veterinarias.

Una vez obtenido el diagnóstico positivo por parte del veterinario, es fundamental afeitar el pelaje alrededor de la zona afectada, a fin de facilitar el uso de cremas y pomadas antisépticas: sólo se recetarán drogas antifúngicas cuando se considere necesario, generalmente después de diagnosticar un caso de tiña en perros y gatos verdaderamente grave, y luego de garantizar que las mismas penetren en las distintas capas de la piel, de manera tal de aumentar su efectividad.

Además de seguir al pie de la letra el tratamiento indicado por el veterinario, es indispensable la desinfección de la cesta o la cama donde suele reposar el gato, así como los cuencos en los que se le sirve la comida. No puede dejar de tomarse en cuenta que las esporas de los hongos que la causan pueden sobrevivir en el ambiente hasta dos años después de su formación, por lo que es fundamental tomar medidas higiénicas.

Es causada por un grupo de hongos patógenos que se alimentan de la queratina de la piel y del pelo y que son responsables de la aparición de las calvas redondeadas, sobre todo en la cabeza, las orejas, las patas y la espalda de los animales que la sufren. Este es el síntoma que más se conoce y con el que generalmente se diagnostica la enfermedad. Pero también hay que estar alerta ante la presencia de pelos rotos, generalmente en la cara del gato.